El ácido láctico o lactato, la sustancia que nuestro cuerpo genera durante la práctica de la actividad física cuando nuestro organismo no puede obtener energía a través del oxígeno, ha sido siempre una fuente de debate dentro de la medicina del deporte. Y a día de hoy lo sigue siendo. Los preparadores físicos creían que esta sustancia era la causante de las agujetas, los calambres, lesiones deportivas o la acidosis, y durante un tiempo fue el ‘enemigo a combatir’ por los expertos en salud y ejercicio físico.
Sin embargo, la medicina del deporte dejó claro que todo esto era un error. Que no existe relación, por ejemplo, entre las agujetas y el lactato. Y que el ácido láctico no tenía por qué ser un impedimento para el alto rendimiento del deportista, sino que incluso, si lo sabes controlar, se puede convertir en un aliado más en la mejora del rendimiento físico.
Medir el ácido láctico
Los buenos entrenadores deben conocer el nivel de ácido láctico que generan sus deportistas durante su actividad física, para poder así exprimir la energía producida por el lactato y evitar la acumulación innecesaria que causa la fatiga muscular. Es una cuestión de salud y deporte, pero también de saber lograr un alto rendimiento.
El preparador físico debe medir el ácido láctico, porque éste es utilizado por los músculos adyacentes a los que lo producen favoreciendo la movilidad del mismo. Esto significa que los entrenamientos de alto rendimiento no deben dirigirse a retrasar o eliminar la aparición de ácido láctico, sino a que el organismo tolere, de la forma más adecuada el lactato, el máximo de tiempo posible. Y además, como hemos señalado, evitar su excesiva acumulación en zonas concretas provocando fatiga.
Una vez clara la importancia del ácido láctico en la actividad física y descartando la teoría de que es malo, como bien indica la medicina del deporte ¿Cómo lo medimos? Los métodos más efectivos para determinar a partir de qué frecuencia cardíaca o porcentaje se acumula el lactato en sangre son realizados en laboratorio. Pero es evidente que esto tiene un elevado coste para los entrenadores.
El método más ‘casero’ y económico es el test de Conconi. Una forma de realizarlo es hacer correr al deportista de alto rendimiento siguiendo unas normas, como empezar a 10km/h y aumentar 0,25 km/h cada 100 metros. Cuando el corredor no pueda aguantar más quedará establecido el límite de su umbral anaeróbico.
4 Comments
Me interesa el tema.
Muchas gracias Pablo por tu comentario.
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UNA BUENA INFORMACIÓN DE CARÁCTER FUNDAMENTAL, PARA UTILIZARLA EN EL ALTO RENDIMIENTO DEPORTIVO, LOS FELICITO.
Muchas gracias Jose Lorenzo por tu comentario, te hemos respondido a tu dirección de correo electrónico.